miércoles, 9 de junio de 2010

Una batalla perdida.


Su cara está apoyada en el frío cristal de la ventana. Sus manos dibujan en el aire figuras indescriptibles que sólo ella sabe qué son. La luz gris propia de un día nublado ilumina su pálido rostro y las lágrimas enmarcan la belleza de su tez.

No quiere llorar, no quiere hundirse. Se anima a sí misma intentando no pensar en lo malo, pero no ve la salida.

Por tercera vez… intento fallido de poner la mente en blanco…No lo consigue, tiene muchas cosas en qué pensar. La maraña de pensamientos que nublan su mente le impide ver el camino que debe seguir. Debe tomar una decisión pero no puede.

La lluvia no cesa, al igual que sus lágrimas. La música de fondo hace que le inunde una sensación de soledad irreprimible, y de nuevo siente que sólo tiene una cosa por la que luchar. No caerá, no se rendirá, no podrán con ella. Y con esa idea reinando en su cabeza se levanta del suelo, camina decidida hacia la puerta y sale a la calle. No tiene paraguas, pero no le importa. Las gotas de agua fría como el hielo resbalan por su pelo, empapan su fina piel, y la hacen sentirse libre. Pero de nuevo el miedo la acosa, la atormenta y la encierra. Esta vez sola no podrá salir. Necesita ayuda, y sabe dónde puede encontrarla…

De nuevo el miedo, la presión y la tristeza han vencido, pero la guerra no está del todo perdida. El juego sigue, y ella quiere ganar.

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