martes, 29 de junio de 2010

El tiempo...


La música suave, apenas perceptible, suena como un susurro de fondo. La pantalla del ordenador está encendida y la única luz existente en la habitación es el brillo que ésta desprende ya que todas las persianas y cortinas están echadas y no dejan pasar luz alguna.
Sus cuerpos están tumbados en el sofá, abrazados, acariciándose cada centímetro posible de piel. Se están mirando, pero ninguno dice nada. El brillo de los ojos de ambos dicen todo, o incluso más de lo que cualquier palabra sería capaz de decir.
El momento es perfecto, ¿qué o quién sería capaz de arruinar aquello? Podría no acabar nunca, de hecho ambos desean que todos los relojes se paren, que el tiempo se detenga, pero saben que no es posible… Aprovechan hasta el último segundo pero ella sabe que se tiene que ir, el reloj le urge y ordena que se levante, es tarde y ella lo sabe…
Ahora puedo contestar a la pregunta anterior… Malditos relojes.

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