jueves, 10 de junio de 2010

Ayudar...


Un sudor frío resvala por su espalda. Tiene miedo, mucho miedo. Algo la está esperando destrás de esa puerta y no sabe qué es. No sabe porqué pero el hecho de no saber que habrá le hace temblar y estremecerse de temor.

Las manos también le sudan, está nerviosa. Quiere hacerlo pero algo le dice que no debe, que no es lo correcto. Está confusa, quiere y no quiere al mismo tiempo.

La oscuridad de la sala le anima a cruzar, pero el umbral de la puerta la retiene en la penumbra. Tiene ayuda. Él la coge de la mano y le invita a pasar.

Ya tiene un pie en el bordillo de la entrada, pero se arrepiente, retrocede y se vuelve a sumir en la oscuridad. En ella se siente segura.

Él la abraza, aunque estén en la más absoluta penumbra junto a él se siente mejor que nunca.

De nuevo no se ha atrevido a cruzar la puerta, de nuevo se queda con la duda de qué hay ahí detrás, de nuevo la curiosidad le invita a intentar cruzar, pero ¿podrá la próxima vez?

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