
Entonces llegó él... El fuego, valiente y sin miedo se atrevió a desafiar a la naturaleza., a jugar con las leyes de ésta. Quería rozar el agua, derretir el hielo. Sabía que no estaba bien, sabía que no debía, pero aun así la necesidad de peligro le animó a subir. Y cuando por fin se tocaron...
¿Quién dijo que el fuego y el hielo no se podían llevar bien?
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