martes, 29 de junio de 2010

Ya son 4 años...


¿Dónde estás?
Busco en el lugar dónde tantas veces he reído junto a ti, pero no estás. Ya no encuentro tus manos enlazadas en torno a esa bolsa de gusanitos, esperando a que vaya a por ella. Éstas, arrugadas por la edad, envejecidas por la vida, ya no acarician mi cara cuando cruzo tu puerta. Tu voz, ronca y aguda al mismo tiempo ya no grita “Evilla” cuando pego en portazo en la puerta. El calor del brasero ya no calienta los viejos murallones de tu cocina. La lumbre ya no crepita en el suelo, y ahora tus paredes están llenas de esos desconchones que tanto odiabas.
El patio está lleno de rosas rojas, pero parece estar muerto. La vieja silla de plástico donde tanto tiempo pasabas se ha decolorado por el sol y la lluvia, ya que nadie se molesta en ponerla a cubierto…
El escuálido sofá del taller se oculta bajo una capa de polvo y telarañas. La tierra del suelo se amontona en los rincones que nadie barre. La escalera al camarón, desgastada por las pisadas, ya no tiene esas marcas blancas de cal típicas de jalbegar las paredes que la presiden.
Ahora ya nada es igual. Cada viernes me acuerdo de aquellos fines de semana en los que el brasero y las faldas de la mesa nos abrigaban, y nos reíamos viendo Noche de Fiesta. O los domingos en los que nos veíamos la colección de películas de Manolo Escobar.
Cada día que pasa me acuerdo más de todo. No es justo, no, no y no. Pero no se puede hacer nada. Tú ya no estás, y tampoco vas a volver…

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