martes, 29 de junio de 2010

El tiempo...


La música suave, apenas perceptible, suena como un susurro de fondo. La pantalla del ordenador está encendida y la única luz existente en la habitación es el brillo que ésta desprende ya que todas las persianas y cortinas están echadas y no dejan pasar luz alguna.
Sus cuerpos están tumbados en el sofá, abrazados, acariciándose cada centímetro posible de piel. Se están mirando, pero ninguno dice nada. El brillo de los ojos de ambos dicen todo, o incluso más de lo que cualquier palabra sería capaz de decir.
El momento es perfecto, ¿qué o quién sería capaz de arruinar aquello? Podría no acabar nunca, de hecho ambos desean que todos los relojes se paren, que el tiempo se detenga, pero saben que no es posible… Aprovechan hasta el último segundo pero ella sabe que se tiene que ir, el reloj le urge y ordena que se levante, es tarde y ella lo sabe…
Ahora puedo contestar a la pregunta anterior… Malditos relojes.

Ya son 4 años...


¿Dónde estás?
Busco en el lugar dónde tantas veces he reído junto a ti, pero no estás. Ya no encuentro tus manos enlazadas en torno a esa bolsa de gusanitos, esperando a que vaya a por ella. Éstas, arrugadas por la edad, envejecidas por la vida, ya no acarician mi cara cuando cruzo tu puerta. Tu voz, ronca y aguda al mismo tiempo ya no grita “Evilla” cuando pego en portazo en la puerta. El calor del brasero ya no calienta los viejos murallones de tu cocina. La lumbre ya no crepita en el suelo, y ahora tus paredes están llenas de esos desconchones que tanto odiabas.
El patio está lleno de rosas rojas, pero parece estar muerto. La vieja silla de plástico donde tanto tiempo pasabas se ha decolorado por el sol y la lluvia, ya que nadie se molesta en ponerla a cubierto…
El escuálido sofá del taller se oculta bajo una capa de polvo y telarañas. La tierra del suelo se amontona en los rincones que nadie barre. La escalera al camarón, desgastada por las pisadas, ya no tiene esas marcas blancas de cal típicas de jalbegar las paredes que la presiden.
Ahora ya nada es igual. Cada viernes me acuerdo de aquellos fines de semana en los que el brasero y las faldas de la mesa nos abrigaban, y nos reíamos viendo Noche de Fiesta. O los domingos en los que nos veíamos la colección de películas de Manolo Escobar.
Cada día que pasa me acuerdo más de todo. No es justo, no, no y no. Pero no se puede hacer nada. Tú ya no estás, y tampoco vas a volver…

miércoles, 23 de junio de 2010

Patéticos bufones.


Patético, no encuentro otro adjetivo para calificar el detestable espectáculo que están viendo mis ojos.
¿”Todos unidos por la roja”? Es repulsivo ver como un país dividido por miles de ideales sólo se unan para ver un partido.
Si hay algo que puede caracterizar a un país es la diversidad de ideales, opiniones o preferencias. Dentro de un mismo territorio nos encontramos con personas correctas e incorrectas, de izquierdas y de derechas, ricos y pobres, católicos y ateos, taurinos y antitaurinos, pacifistas y revolucionarios, anarquistas y democráticos, etc.
Son millones las diferencias que nos separan pero al parecer hay algo que nos une… un equipo de fútbol.
Pero yo pienso… ¿tan hipócritas somos que sólo nos unimos para ver a doce tío pelearse por un balón?
España ha pasado por una dictadura, y durante ese periodo nos fuimos capaces de unirnos para ayudarnos y luchar contra la represión.
España actualmente sufre una grave crisis económica, y ahora que lo necesitamos tampoco somos capaces de ayudarnos.
Otros países han sufrido catástrofes naturales y ni viendo ante nuestros ojos muerte, miseria y desolación hemos unido nuestras fuerzas para salvar una vida.
¿Porqué un partido de fútbol es más que una vida? ¿No resulta un poco hipócrita que a población española sólo sea capaz de aliarse para ver por la televisión un partido que sólo nos dará prestigio temporal?
Por muchos mundiales que ganemos, por muchos goles que metamos ni el hambre, la miseria, el paro, la crisis, la delincuencia, o los atentados desaparecerán.
Pienso que si estamos juntos para lo bueno también deberíamos estar juntos para lo malo. Igual que te abrazaste el lunes al miembro del PP cuando Villa marcó el primer gol de España deberías hacerlo cuando se intentan poner remedios para las subidas de paro. Igual que sonreíste al mendigo que había a tu lado cuando entró a pedir una ayuda al bar cuando el árbitro pitó el final del partido deberías de sonreírle cuando pases por su lado y te la pida a ti.
Quizás sea mucho pedir, pero lo que no se intenta es lo que no se consigue.

martes, 22 de junio de 2010

Resultó algo atroz...


"Resultó algo atroz. Tenía la sensación de que me habían practicado una gran abertura en el pecho a través de la cual me habían extirpado los principales órganos vitales y me habían dejado allí, rajada, con los profundos cortes sin curar y sangrando y palpitando a pesar del tiempo transcurrido. Racionalmente, sabía que mis pulmones tenían que estar intactos, ya que jadeaba en busca de aire y la cabeza me daba vueltas como si todos esos esfuerzos no sirvieran para nada. Mi corazón también debía seguir latiendo, aunque no podía oír el sonido de mi pulso en los oídos e imaginaba mis manos azules del frío que sentía. Me acurrucaba y me abrazaba las costillas para sujetármelas. Luché por recuperar el aturdimiento, la negación, pero me eludía.
Y sin embargo, me di cuenta de que iba a sobrevivir. Estaba alerta, sentía el sufrimiento, aquel vacío doloroso que irradiaba de mi pecho y enviaba incontrolables flujos de angustia hacia la cabeza y las extremidades. Pero podía soportarlo. Podría vivir con él. No me parecía que el dolor se hubiera debilitado con el transcurso del tiempo, sino que, por el contrario, más bien era yo quien me había fortalecido lo suficiente para soportarlo."
Bella (Luna Nueva)

domingo, 20 de junio de 2010

Recuerdos


Se acabó...
Parece que fue ayer cuando volví a cruzar esa puerta de hierro pintada de azul.
Eran las 8:25, muchos iban medio dormidos pero yo, en cambio, iba despierta, muy despierta para haber dormido a penas 4 horas.
Los nervios que me habían invadido la noche anterior no se había ido todavía. Ya conocía a todos, sabía con quién iba a llevarme mejor y peor, o al menos, creía saber.
Han sido 10 meses de nervios, risas, llantos, recuerdos, amigos, muchos amigos, más risas, divorcios, bodas, "entierros", besos, bromas, exámenes, suspensos, aprobados, peleas, reconciliaciones, momentos buenos, momentos...momentos malos, profesores indiferentes, profesores interesados y profesores que jamás olvidaré.
Hay tantas cosas que siempre estarán ahí...
Las jesusadas de Don Jesús, las tizas del IKEA volando por la clase de latín y griego, el gorro de paja de José Luis, las posturitas, la enciclopedia menganita o las industrias guerra y voces, esa camiseta de Hello Kitty de Mercedes, las primeras impresiones que no resultan ser ciertas,todas las campañas a favor de nuestra palabra "MAJONI", nuestros lares (con sus respectivos raptos y su lararium lleno de "ofrendas") y como no...el Gran Hombre Rojo!!
Podría pasarme horas y horas escribiendo cosas que jamás olvidaré.
Pero muchas de estas cosas podré sentirlas el año que viene, pero hay algo que el año que viene... ya no estará: los primero recreos en casa de Laura, el "krimpatul" de Jimi con su respectivo "cállate coño" a coro por parte de todas, los cortes de Almu hacia su esposa, los recreos en el banco mirando al "chino" hacer deporte, pero si hay algo que echaré en falta... será a él.
Dicen que todo acaba, que todo tiene un fin pero ha llegado demasiado pronto.
Seguro que pensaréis que estoy loca pero... por una vez en mi vida me ha dolido terminar el instituto...

martes, 15 de junio de 2010

Primavera olvidada.


El tiempo decidió jugar en su contra. El reloj, chivato y culpable de su tristeza, parecía ralentizarse por momentos, y el sol apenas visible tras la congregación de nubes se había fijado a una posición equivocada en el cielo. Al igual que el tiempo se negaba a recorrer el camino fijado.
Su cuerpo, frío e insensible, parecía estar tallado en piedra inerte. Sus manos, que siempre andaban ocupadas con algo, ahora eran témpanos de hielo, níveas como el algodón, suaves como la espuma, pero muertas como la roca.
La sonrisa que siempre solía brillar en su cara ahora se había consumido como la madera seca tras ser devorada por el fuego, y se había sustituido por una expresión neutra, vana, sin sentido. Sus labios no se curvaban en finas líneas para dejar entrever sus dientes blancos, perfectos y ordenados. Los bonitos rasgos de su fina cara no eran apreciables, ya que sin su alegría habitual sus expresión se convertía en nada.
Faltaba algo. En sus ojos negros como la noche, profundos como la oscuridad del bosque ya no brillaba esa chispa que siempre había tenido. Parecía que alguien la hubiera apagado, dejando tras de sí una frío y tenebroso vacío que infundía temor, soledad.
¿Qué había pasado?
Ya no estaba. El motivo de su felicidad se había evaporado y por ello la más bella rosa del jardín prohibido se estaba consumiendo, se estaba marchitando. Los pétalos empezaron a caer el mismo día de su partida, y ahora, días más tarde, la primavera se ha ido definitivamente para dejar paso a un otoño seco, frío, solitario. El silencio vuelven a reinar en este paraíso vacío. La soledad vuelve a imperar tras un periodo de exilio. Las malas hiervas de nuevo pueblan un territorio privado, y nadie está ahí para quitarlas...

jueves, 10 de junio de 2010

Ayudar...


Un sudor frío resvala por su espalda. Tiene miedo, mucho miedo. Algo la está esperando destrás de esa puerta y no sabe qué es. No sabe porqué pero el hecho de no saber que habrá le hace temblar y estremecerse de temor.

Las manos también le sudan, está nerviosa. Quiere hacerlo pero algo le dice que no debe, que no es lo correcto. Está confusa, quiere y no quiere al mismo tiempo.

La oscuridad de la sala le anima a cruzar, pero el umbral de la puerta la retiene en la penumbra. Tiene ayuda. Él la coge de la mano y le invita a pasar.

Ya tiene un pie en el bordillo de la entrada, pero se arrepiente, retrocede y se vuelve a sumir en la oscuridad. En ella se siente segura.

Él la abraza, aunque estén en la más absoluta penumbra junto a él se siente mejor que nunca.

De nuevo no se ha atrevido a cruzar la puerta, de nuevo se queda con la duda de qué hay ahí detrás, de nuevo la curiosidad le invita a intentar cruzar, pero ¿podrá la próxima vez?

miércoles, 9 de junio de 2010

Una batalla perdida.


Su cara está apoyada en el frío cristal de la ventana. Sus manos dibujan en el aire figuras indescriptibles que sólo ella sabe qué son. La luz gris propia de un día nublado ilumina su pálido rostro y las lágrimas enmarcan la belleza de su tez.

No quiere llorar, no quiere hundirse. Se anima a sí misma intentando no pensar en lo malo, pero no ve la salida.

Por tercera vez… intento fallido de poner la mente en blanco…No lo consigue, tiene muchas cosas en qué pensar. La maraña de pensamientos que nublan su mente le impide ver el camino que debe seguir. Debe tomar una decisión pero no puede.

La lluvia no cesa, al igual que sus lágrimas. La música de fondo hace que le inunde una sensación de soledad irreprimible, y de nuevo siente que sólo tiene una cosa por la que luchar. No caerá, no se rendirá, no podrán con ella. Y con esa idea reinando en su cabeza se levanta del suelo, camina decidida hacia la puerta y sale a la calle. No tiene paraguas, pero no le importa. Las gotas de agua fría como el hielo resbalan por su pelo, empapan su fina piel, y la hacen sentirse libre. Pero de nuevo el miedo la acosa, la atormenta y la encierra. Esta vez sola no podrá salir. Necesita ayuda, y sabe dónde puede encontrarla…

De nuevo el miedo, la presión y la tristeza han vencido, pero la guerra no está del todo perdida. El juego sigue, y ella quiere ganar.

domingo, 6 de junio de 2010

¿Amuleto?

Su olor se ha quedado impregnado en mí.
Su dulce voz aún resuena en mi cabeza.
Sus manos perfectas aún acarician mi piel.
Su respiración cálida todavía me susurra.
Pero ya no está...
Su recuerdo perdura, pero su presencia se ha ido junto a mi alegría.
Aunque no todo está perdido, ya que tengo algo que me recuerda que mañana volverá. Algo que hace que mis pensamientos desordenados estén más liados aún y que haga que no quiera volver a mi sitio. Sólo quiero una cosa...