martes, 19 de abril de 2011

Resignación, no hay más.

Carlo Giuliani, nacido el 14 de Marzo de 1978 y asesinado el 20 de Julio de 2001, fue un joven activista italiano que participó en el movimiento antiglobalización que se desarrollaba en esos momentos en Italia. Fue cruelmente asesinado por un miembro del cuerpo de policía estatal y militar de Italia, un carabinieri y el juicio que éste recibió fue de todo menos justo.
Durante los disturbios de la Contracumbre del G8 en Génova, Carlo se encontraba junto a otros manifestantes atacando uno de los coches de la policía, cuando de pronto uno de sus compañeros lazó al vehículo un extintor el cual cayó al suelo junto a la parte trasera del coche.  Giuliani se agachó a por él para volver a arremeter contra el coche,  sin percatarse de que el conductor del vehículo había sacado una pistola y le estaba apuntando directamente a la cabeza. Según la ley, la policía sólo puede disparar a un atacante en el caso de estar en peligro de muerte, y de ser así sólo puede disparar a las piernas o los brazos, nunca a una parte vital del cuerpo.  En cambio el policía, Mario Placanica, disparó a bocajarro justo en la parte superior al ojo de Carlo, prácticamente en la cuenca del globo ocular. Algunos manifestantes intentaron ayudar a Giuliani, pero tuvieron que huir temerosos de que el policía arremetiera también contra ellos.
Pero el asunto no terminó ahí. Placanica, una vez que Carlo estaba en el suelo medio muerto, dio marcha atrás pasando por encima del cuerpo del joven moribundo y a continuación volvió a pasar sobre el cuerpo para seguir su camino.
Carlo quedó tendido en el asfalto, desangrándose, mientras un cuerpo de antidisturbios ignoraba su presencia y corría a solventar otro foco de la manifestación.  Estuvo allí durante un rato largo hasta que la policía se percató de que el joven aún vivía y una doctora alemana corrió en su ayuda. Pero ya era demasiado tarde. El cuerpo de Carlo había perdido en torno a 2 litros de sangre en casi una hora que llevaba allí tirado. Hizo lo que pudo, pero Carlo estaba muriendo a cada segundo que pasaba, hasta que minutos más tarde su corazón dejó de latir.
El juicio por la muerte del joven inocente fue de todo menos justo. En primer lugar, la juez que llevaba el caso retiró todos los cargos por llegar a la conclusión de que  la bala que golpeó a Giuliani no iba directamente encaminada a él, si no que había golpeado contra el yeso de una pared y había rebotado. Además, el caso no llegó a juicio ya que según la juez, el policía había actuado en defensa propia.  Pero más tarde, en un juicio que se celebró a favor de otras víctimas de la manifestación,  el profesor Marco Salvi concluyó que la bala impactó directamente sobre Carlo, y que no rebotó contra nada. Además, se desmintió que Carlo ya estaba muerto cuando el coche lo atropelló, su corazón seguía latiendo. En cierta ocasión, Placanica afirmó que cuando pasó por encima del cuerpo de Carlo, pensó que era basura o algún bache, pero su versión varió varias veces llegando a decir que se confundió al meter las marchas.
Placanica cambió su versión de los hechos hasta cuatro veces, desmintiendo y admitiendo una y otra vez cosas contrarias.  Tras hacer las declaraciones de que se le estaba acusando injustamente ya que se había manipulado la escena del crimen (testimonio desmentido más tarde por un forense) y que el disparo que Carlo sufrió fue exterior a la plaza (también desmentido), Mario sufrió un accidente que algunos consideraron de “sospechoso”.  Las lesiones que sufrió le obligaron a abandonar el cuerpo, y se le licenció “por no ser apto para el servicio”.
Todos estaremos de acuerdo en que los métodos usados por los manifestantes no siempre son los más adecuados. La violencia conlleva violencia, pero en este caso, Carlo aún no había protagonizado ningún tipo de acción violenta contra el coche, ni contra el policía. Pero el hecho de que fuera agredido sin haber hecho él nada es sólo una de las injusticias que Carlo sufrió. ¿Era realmente necesario que el policía pasara por encima de él hasta en dos ocasiones? ¿Era necesario que estuviera tirando sobre el asfalto agonizando casi una hora? ¿Era necesario que toda la policía por allí repartida ignorara su cuerpo? Y lo que es peor… ¿es necesario que su asesino siga por ahí pululando a sus anchas mientras él se pudre bajo tierra?
No lo entiendo, jamás lo entenderé, y si vosotros lo entendéis… explicádmelo por favor. 
Ahora, 10 años después no queda otra que no sea oír, ver y tragar. La resignación es la única solución a la injusticia, ya que con esto nos damos cuenta de cómo se las dan los policías y las fuerzas de seguridad en general. 

Aquí os dejo algunos enlaces dónde se pueden ver las fotos del asesinato de Carlo Giuliani, foto por foto, desde que el asesino apunta, hasta que retiran su cuerpo sin vida.

Y finalmente, en honor al joven Carlo. Porque no te olvidan.

miércoles, 13 de abril de 2011

El despertar de algo nuevo.

"Algo me dijo que ella era distinta. Me la habían ofrecido sólo como alimento, debía darle algo de vino para que su sangre me aportara nutrientes, pagarle, y dejarla marchar, tras una noche de ebriedad seguramente no recordaría nada, además, no pensaba dejar marcas. Pero algo nubló mi mente mientras le ofrecía la primera copa de vino. Era una nueva sensación muy poco común desde que había adoptado mi nuevo forma, era algo que no había sentido desde mi  “renacer”, pero omití dicho pensamiento ya que mi sed y las múltiples magulladuras de mi cuerpo pedían a gritos algo que las saciara.
Tenía a la pequeña meretriz frente a mí, ebria y con la poca consciencia que una niña de 15 años podría tener tras varios vasos de vino fuerte.  Comencé tocar su pierna con la palma de mi mano, ya que ella había sido contratada para ciertos servicios. No quería ser brusca, me apetecía disfrutar de la experiencia y hacerla disfrutar también a ella, así que decidí deleitarme un rato con ella. Comencé con algún beso esporádico, para finalmente acabar presionando su cuello contra mis labios. Éstos, poco a poco fuero entreabriéndose para dejar paso a los incipientes dientes que sin ejercer fuerza en exceso comenzaron a rasgar la pálida piel de la niña. Como era de esperar, la joven gimió de placer y poco a poco ambas fuimos sintiendo cada vez con más intensidad el deleite de “el beso”.  Tal fue la intensidad del gozo, que la joven no pudo reprimir el éxtasis propio del sexo.
Cuando mi sed quedó más o menos saciada, dejé de succionar su vitae con la intención de volver a saborear ese flujo dulce y caliente que me había hecho enloquecer.
No estaba cansada, de hecho la poca sangre que había extraído de aquella niña me había dado mucha energía. Me apetecía moverme en busca de algún libro, pero algo me retenía: aquella niña que a pesar de su corta vida había vivido más de lo necesario estaba tumbada encima de mí. Su cara, con la inocencia aun dibujada en ella estaba sucia pero no me atrevía a tocarlo y despertarla.  Acaricié su pelo y rocé su piel, y de nuevo esa sensación reapareció.
Quería que esa niña se quedara conmigo para siempre. Sabía que mucho de los de mi especie tenían métodos para agenciarse humanos de por vida, pero la mayoría lo hacían a la fuerza y los mantenían como esclavos. Lo que yo buscaba para esa niña era otra cosa…Buscaba darle una educación, una buena vida, y sobre todo, cariño.
Y así fue. Fui a pedir el permiso de la persona que en esos momentos me mantenía, la cual estuvo de acuerdo con mi decisión.
A la noche siguiente, la niña despertó e intenté dárselo a entender. Las velas chisporroteaban sobre el candelabro mientras yo procuraba mantener una conversación distendida con ella para más tarde ofrecerle mi oferta, pero la cosa no fue fácil…"


Va por ti, pequeño ángel.