miércoles, 16 de febrero de 2011

Carta

"He gastado mi tiempo en conseguir lo imposible. En buscar la solución a un problema que ya estaba más que sentenciado, y el resultado final ha sido eso que tan obvio era para muchos, y tan indeseado para otros. Primero pertenecí a los esperanzados, más tarde, traicioné a mi propio deseo y tuve que abrir los ojos a la realidad.
Tú, intentaste separar dos pedazos de hierro macizo fundidos entre sí, pero te salió mal. La rabia te envenenó, te inundó el deseo de venganza. Querías desfogar y encontraste una vía de escape, pero esta vez iba a ser distinto. No ibas a atacar de  frente, no ibas a mostrarte para no dañar tu imagen, muy dañada ya de antes.  Preferías herir dónde sabías que dolía. Preferías hurgar en la herida, echando sal en una cicatriz todavía fresca. Dolió, pero ya no. Ahora el calmante suministrado por el cariño empieza a hacer efecto y tú, en cambio, sigues en tu charco de inmundicia.
Creías que el odio podría acabar con todo, que acabarías consiguiendo eso que deseabas pero siento decirte que, aunque te has llevado por delante una parte de bovina, aquellos lazos que han perdurado en el tiempo son cada día más fuertes, más sinceros.
Pero la impunidad no existe, y tarde o temprano llegará el día en el que caerás bajo tu propia espada, y entonces no tendrás a quién manipular, no tendrás a quién manejar a tu antojo, o impregnar de ese amargor que tanto te caracteriza. Un halo de infelicidad te rodea, y necesitas de gente que te ayude a olvidarlo.
¿Y a ti? Ídem. ¿Palabras? ¡JA! ¿”Te quiero”? Mentiras. Falsedad. Interés. ¿Sinceridad? Careces de ello. ¿Amor propio? De eso te sobra, aunque finges sentirte como si no fueras nada. Desilusión… sólo puedo decir eso en cuanto a ti. Fuiste mucho, quedaste en nada, menos.  No te dedicaré más palabras, ya que éstas para ti son sólo falsas esperanzas."

Carta a la desilusión.  A.L.

lunes, 14 de febrero de 2011

Felicidades Publicidad, lo has vuelto a conseguir.

Y de nuevo, como otras tantas veces, veo la tele y me entran ganas de hacerla explotar. ¿Qué lo provoca esta vez? ¿Belén Esteban y sus clases de historia? ¿La Patiño histérica gritando y sus venas a punto de explotar? ¿Ver como la historia de una niña muerta crea más audiencia que un documental sobre la pobreza en África?  No, esta vez la culpa la tiene un anuncio. Más concretamente el nuevo anuncio de Coca-cola. 
A simple vista el anuncio intenta arrancarnos una sonrisa pensando que aún hay motivos para ser feliz a nivel mundial a pesar de la tan trágica situación que estamos sufriendo, pero ahora vamos a analizar con detenimiento el mensaje que quiere transmitir el anuncio, vamos a ver las comparaciones que este spot publicitario nos muestra:
En primer lugar el anuncio muestra a unos niños muy contentos, cantando, acompañados de una guitarra acústica y hasta ahí todo parece normal. A continuación aparecer una afirmación: "Por cada tanque que se fabrica en el mundo... se fabrican 131 mil peluches". ¿Cómo es posible que se compare la creación de un arma capaz de hacer explotar en mil pedazos un edificio entero con la creación de un peluche? Claro que es alentador saber que se fabrican muchos peluches, claro que es alentador saber que el numero de peluches supera con creces al de tanques, pero un tanque puede matar a centenares de personas, con ese tanque, una nación pero hacer estallar la guerra y que con ello mueran miles de inocentes, ¿y qué se consigue con 131 mil peluches? La mitad llegarán a niños a los cuales la guerra no les va a afectar, niños ricos, acomodados.
Pero sigamos. La siguiente afirmación es: "Por cada Bolsa de Valores que se desploma... hay 10 versiones de What a Wonderful World". Claro que sí, con cada desplome de una Bolsa de Valores, cientos de familias se arruinan, cientos de familias tienen que recurrir a comedores sociales y, en algunos casos, hasta tienen que dormir en la calle, pero tranquilas familias, dormiréis bajo un puente y no tendréis un duro, pero siempre habrá algún cantante famoso, forrado hasta los dientes que os cantará "What a Wonderful World" para animaros, y vosotros os acordaréis de todos sus antepasados. 
La tercera afirmación, y quizás la más acertada, es esa de: "Por cada persona corrupta... hay 8 mil personas donando sangre". 1:31 minutos de anuncio y es una de las pocas partes que tiene lógica y sentido. Menos mal que aún queda gente que le gusta llamar las cosas por su nombre.
Pero ese leve gesto de sensatez se suprime con la siguiente afirmación: "Por cada muro que existe... se ponen 200 mil tapetes de Bienvenidos". ¿Qué tal si le cuentas esto a todo aquel que sufre en las fronteras de países en guerra, que intentan huir de su país y no pueden? ¿Qué tal si se lo cuentas a los millones de judíos reprimidos por muros en la II Guerra Mundial y que acto seguido fueron gaseados?
Repito, es 1:31 de anuncio, y sólo voy por 0:40 de anuncio... hasta el final sigue así. Osan comparar la creación de un arma nueva con la fabricación de un pastel,  afirman que se imprime más dinero de Monopoly que dólares (claro que sí, mañana iré a comprar el pan con 50 euros del monopoly, a ver qué me dice el tendero).
Para acabar el anuncio, como colofón dice: "Por cada arma que se vende en el mundo... 20 mil personas comparten una Coca-cola. Sobre esta frase sólo diré, que cuando a una mujer le llega su ex marido con una pistola en la mano, ella no le ofrece una Coca-cola.

¿Anuncios? ¿Publicidad? Esto ya no es publicidad, es un burdo intento de tocarnos la fibra sensible con el objetivo de seguir dándoles dinero a los jefes de la producción de Coca-cola. Y no me meto con éstos, ellos sólo buscan lo que todos en mayor o menor medida deseamos, pero sí critico al publicista que creó este anuncio que seguramente ese día se dejó el sentido común compartiendo una Coca-cola con la almohada. 




(Para los que aún no hayan visionado dicho anuncio, aquí os dejo el link: http://www.youtube.com/watch?v=BEhd2S5GbUg )